


Bienvenidos

Queridos combatientes y amigos de Azeroth. Mi nombre es Yalia Murmullo Sabio, y rezo a todos mis ancestros para que esta invitación os llegue sana y salva. En la Cima Kun Lai, como beneplácito personal y de mi propio pueblo, nos engrandece invitaros a todos al tradicional festival que durante siglos ha sido celebrado en nuestra humilde nación: El Festival Hanami. Durante cuatro días, os invitamos a que disfrutéis con nosotros de una agradable estancia en el Monasterio Shadopan, para el cual guardaremos los beneficios del festival para su completa restauración tras el vil ataque de la Legión Ardiente a nuestras sacras tierras. Aguardo vuestra asistencia y espero de todo corazón que guardéis un buen viaje hasta Pandaria.
Un saludo,
Yalia Murmullo Sabio
Yalia Murmullo Sabio

- INVITACIÓN
- INTRODUCCIÓN
- MAPA DEL EVENTO
- CALENDARIO






Introducción: El Festival Hanami







Todos los invitados ya habrán recibido sus correspondientes invitaciones, o eso cavila Yalia mientras coloca de forma ordenada y cuidadosa una pequeña taza de té de porcelana blanca, que inspira en aquel que la toma entre sus dedos y bebe de ella la sabiduría que reside en los pétalos del cerezo cuando florecen y son arrastrados por el viento. Así como el resto de monjes, la pandaren ha sido educada en el más estricto orden, sucumbiendo a las sabias enseñanzas de su maestro y a la rica cultura que quedó atrás susurrada por la niebla que ha abrazado siempre aquellas nevadas montañas de la Cima Kun Lai. Todo está perfectamente colocado e ilustrado, y cada pequeño detalle ha sido medido para estar en su debido sitio para el momento en el que todos los invitados lleguen al Monasterio tras la recepción de todas las cartas que los monjes Shadopan enviaron días atrás. No son las flores más hermosas por los colores que visten sus pétalos, meditó profundamente mientras alzaba su hermosa y brillante mirada hacia los inmensos árboles en flor, que desteñían el color de las nubes en un nítido rosado que se transmitía por los siglos a través de los susurros que cabalgaban los vientos. Las flores más hermosas no son aquellas más vistosas, prosiguió en su eterno estado de paz interior, asegurando entonces que todo había quedado espléndido para la llegada de aquellos que dieron su vida por Azeroth. Las flores más bellas son aquellas cuyo aroma inspira el espíritu de los que tienen sed de respuestas.
Es magistral el cómo todos los pandaren que allí residen en lo alto de la espesura nevada, se han organizado debidamente para proporcionar a las cansadas almas que traerá la marea un merecido descanso y una diversión sin fin como ha sido tradición en su pueblo durante muchas generaciones. El compartir momentos así con otras culturas enriquece el espíritu, diría en esos instantes Lord Taran’Zhu si estuviese allí presente. Aunque, por otra parte, agradece que todavía no haya regresado de su último viaje. Posiblemente habría perdido /durante breves segundos, al menos/ toda la calma que él siempre viste y esconde entre tan espeso pelaje para dar una buena charla de moralidad sobre la osadía de lo que estaban haciendo. Pero no podrá regañar a todas las aldeas que hasta aquí han viajado para ayudarnos en la reconstrucción del Monasterio. Sería un tedio que, estando completamente segura y conociendo tanto a su maestro como le conoce, tras todo el daño que ha causado la Legión entre siglos de construcciones impertérritas soportando los golpes de la lluvia y los arañazos del hielo, tuviese que cancelar todo eso que se había formado en menos de unas horas con todo el esfuerzo que estaba poniendo no solo sus propios monjes y novicios, sino todo el pueblo de Pandaria para que aquel lugar sagrado donde una vez el Tigre Blanco adiestró a los primeros monjes Shadopan volviese a lucir su vieja gloria y se alzase de nuevo en la cima de la montaña, en todo su esplendor. Había muchas reparaciones por hacer aún, y mucho material que, en aquellas heladas montañas donde sólo los árboles más insistentes conseguían echar raíz, era difícil de conseguir.
Los aldeanos llegaron días atrás pidiendo por favor que se les concediese el honor de contribuir humildemente con todo lo que tenían en restaurar el Monasterio Shadopan donde todos aquellos pacíficos y sabios guerreros entrenaban y encontraban la paz tras la meditación. Pues a veces los héroes no se miden por la longitud de sus bastones, o por la longevidad de sus hazañas, sino por el poder del amor que guardan en sus corazones. Y los monjes que allí residían siempre habían sido considerados unos héroes que, en ese instante, necesitaban mucha ayuda para poder devolver al monasterio el lustre que una vez tuvo. Se acercaba el Festival del Hanami, y con ello, la despedida del invierno y la tan ansiada bienvenida a la futura primavera, así pidiendo a los ancestros que la nueva estación trajese tanta vida como el año anterior, y les proporcionase cultivos prósperos y felicidad en los corazones de sus familiares. En las aldeas de toda Pandaria todos los habitantes ya habían vestido sus calles con grandes coronas de pétalos de cerezo entrelazando los hogares de todos los vecinos en un sagrado y antiguo vínculo que protegería los espíritus de todos los bendecidos para los años venideros. Los farolillos colgaban por doquier sobre los puentes, así como bajo las gruesas tejas de las casas de todos los pandaren. Las velas decorando los senderos que conducirían a los que se sienten perdidos hacia un nuevo amanecer, los dulces tradicionales, las pinturas, los brindis por la prosperidad y el amor. Pero era bien sabido por los pobres aldeanos que, desde que la Legión apenas dejó piedra sobre piedra en el Monasterio donde residían aquellos grandes héroes que daban la vida a diario por proteger su hermosa nación, apenas podían sentir en sus espíritus la celebración y el gozo.
❀ Se empeñaron tanto.
Musita Yalia Murmullo Sabio, con una enternecida y brillante mirada que arropaba a todos aquellos humildes pandaren que se habían empeñado en celebrar el festival a lo grande en el interior del Monasterio. No por mera curiosidad de encontrar lo que guardaba entre sus paredes, pues como todo lugar sagrado, tenía cierta exclusividad y no tenía acceso cualquiera de los caminantes que hasta allí llegaran. Sino por el sentimiento de protección, la necesidad de ayudarse los unos a los otros y de avivar la llama que mantienen los corazones de los pandaren unidos entre el paso de los siglos. Cuando llegase Lord Taran’Zhu y viese aquel festivo panorama, seguramente frunciría el ceño bajo la espesa negrura que cubre sus ojos bajo ese inmenso gorro de paja que en forma de cono siempre oculta la mitad de su rostro de forma discreta. Había tantas cosas preparadas. Los senderos del Monasterio habían sido decorados con hermosos caminos de pétalos y grandes ramilletes que se enredaban entre los pasamanos de madera de todos los puentes; las coronas de flores colgaban entre todos los postes y columnas del lugar, enterneciendo el cielo con un hermoso color rosado. Los faroles de un suave papel rojizo con mensajes de prosperidad escritos sobre ellos colgaban de estas mismas cadenas, para iluminar todos los senderos de los recién llegados. Habían urdido un simple pero eficaz plan para poder conseguir todos los materiales y la mano de obra que iban a necesitar para poder restaurar de una vez por todas el Monasterio Shadopan al que la monja siempre ha podido llamar hogar, colocando decenas de puestos a lo largo de los caminos y bajo los enormes techos de los edificios donde todos los invitados podrían disfrutar de deliciosos bocados pandaren, como exquisito y humeante ramen capaz de calentar no solo el estómago del friolero viajero, sino hasta su alma, dulces típicos de aquellas festividades, grandes barras que el propio Chen, al llegar dos días atrás, había calificado de necesarias para que el festejo y el alboroto nunca encontrase su fin; tenderos colocando en sus mesas hermosos tocados de flores, vestimentas típicas de la zona, abalorios, anillos y colgantes de hermoso jade extraído de los mismos Bosques de Jade; juguetes, máscaras, escenarios para las representaciones anuales por la prosperidad de la cosecha; hasta una parte del templo había sido despejada toda para los invitados que estarían al caer, habilitando parte de las termas del templo para que allí todos aquellos valientes guerreros que dieron su vida y dejaron atrás sus miedos para derrotar a la Legión Ardiente pudiesen recuperar el calor de sus cuerpos y sanar de forma terapéutica todos los males que ahora pudiesen estar tardando en cicatrizar en sus cuerpos. Largos manteles preparados y dispuestos bajo los cerezos esperaban por ser llenados de fiesta, risas, buena comida y, por qué no, una buena pinta de manos del famoso Chen Cerveza de Trueno, con su alborotadora sobrina probablemente mangoneando a todos los aldeanos para que todo estuviese dispuesto y perfecto para que la fiesta nunca acabase. Incluso algunos preparaban marionetas para el desfile, trayendo cajas llenas de fuegos de artificio para lanzar por el nuevo año lleno de vida y sonrisas que rezaban encontrar. La monja esperaba que hubiese suficiente té para todos… ¿Habrían traído tableros de jihui para que aquellos que gustasen, aprendiesen el armonioso juego tradicional de sus tierras? El silencio, como la niebla, se postró a su espalda sin mediar palabra en un primer momento.
❀ De forma totalmente innecesaria.
Aquella voz estremeció todo el cuerpo de la monja, hasta el punto que el bello en sus peludas mejillas se erizó y se tornó rosado, como los hermosos pétalos que ahora caían por el cielo y se enredaban entre los deliciosos hilos de chocolate de sus cabellos. El que menos esperaban acababa de llegar. Y antes de la fecha prevista. Yalia Murmullo Sabio se giró con todo el temple que ahora sus nervios le permitían, tragando saliva para que el líder del Shadopan no se percatase de cuán nerviosa se encontraba por la reacción que fuese a tener su maestro.
❀ … Lord Taran’Zhu… —Trató de explicar la monja, con un tono de voz suave y terso, como las hojas de té que se mecían en tan mágico brebaje hasta acomodarse como niños en sus camas al fondo de las tazas de porcenala.
❀ Me gustaría saber qué ha sucedido en mi… —Cedió el paso a dos aldeanos que iban cargados con cajas de fuegos artificiales, con un ceño más que fruncido y una mirada que exigía en todo momento una explicación. — … Monasterio.
❀ Los aldeanos deseaban ayudarnos con todo lo que tenían.
El maestro del Shadopan cruzó sus brazos a su espalda, mirando de forma crítica todo aquel circo que se había montado en sus sacras tierras.
❀ Inadmisible.
❀ Pero Lord Taran’Zhu… —Tomó aliento de nuevo, posicionándose a su lado con una amable sonrisa. — Vos me enseñásteis que las cañas de bambú más rígidas no sobreviven a la tormenta, mas aquellas que son flexibles resisten el temporal.
El pandaren desvió su mirada llena de sabiduría hacia su aprendiz, con una ceja enarbolada y una expresión crítica.
Vaya.
Tenía razón.


Mapa del Evento



Calendario

DESDE DEL 26/02/2018 HASTA EL 1/03/2018
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